A menudo, en víspera de una crisis financiera, todo parece ir bien.
Algunas señales son por ejemplo completamente engañosas. El crecimiento
económico parece alentador cuando en realidad está fundado en gran
medida en una fiebre especulativa en ciertos sectores. Las quiebras son
limitadas, los balances de las empresas parecen sólidos. Recordemos las
notas triple A concedidas por las agencias de notación a la firma
norteamericana Enron en 2000 antes de que la empresa quebrara, dando la
señal de partida para la crisis de las punto-com de 2001-2002. Recordemos las notas triple A atribuidas a los productos estructurados ligados al mercado de las subprimes
en 2006-2007. Recordemos las declaraciones tranquilizadoras de Alan Greenspan, director de la Reserva Federal de los Estados Unidos entre
1987 y 2006, en vísperas de la crisis de las subprimes. Afirmaba que los riesgos estaban tan bien diseminados en el sistema y tan bien cubiertos por los CDS (Credit Default Swap,
especie de seguros contra los riesgos de impagos) que ninguna crisis
estaba a la vista. El FMI, en su informe anual de 2007, pretendía que
todo estaba tranquilo y que el crecimiento económico era sólido.
La situación en 2017 hace pensar en situaciones de precrisis en las
que todo parece estar bajo control y durante las que los dirigentes
políticos hacen declaraciones tranquilizadoras. La situación actual se
parece de una cierta forma a lo que ocurrió en 1987. Se había conocido
un alza fuerte de los mercados bursátiles y una subida importante de las
obligaciones de empresas privadas (las obligaciones de empresas, corporate bonds en
inglés, son títulos financieros emitidos por las empresas privadas para
financiarse, son promesas futuras de reembolsos a cambio de fondos).
Hay sin duda una diferencia importante entre la situación actual y la
de hace 30 años: algunos bancos centrales (el Banco de Japón, el BCE,
el Banco de Inglaterra…) poseen una parte de las corporate bonds[1] y
es un elemento de estabilidad pues no corren el riesgo de vender
catastróficamente en caso de comienzo de pánico en el mercado privado de
obligaciones. La FED, por el contrario, no las ha comprado aún. El año
pasado, viendo que el mercado de las corporate bonds corría el
riesgo de implosionar en el futuro, su directora general anunció que la
FED podría eventualmente ponerse a comprar pero no se ha tomado ninguna
decisión hasta hoy. Ahora bien, es el mercado americano el más
desarrollado y el que corre más riesgos.
Por otra parte, la FED posee una cantidad enorme de productos estructurados que ha comprado para ayudar a los bancos a afrontar las
consecuencias de la crisis de 2008. La FED poseía en octubre de 2017,
1770 millardos de dólares de productos estructurados ligados al mercado
inmobiliario (Mortage Backed Securities, MBS)[2].
La FED sabe muy bien que, en caso de intentar revender en un próximo
futuro estos productos tóxico, correría el riesgo de provocar un
hundimiento del valor de los títulos que tendría un efecto en cadena con
quiebras como resultado.
Los factores de la crisis: las deudas privadas en el corazón del problema
En 2017 asistimos a la prosecución de una importante subida de las
capitalizaciones bursátiles que comenzó hace varios años. Se trata de
una subida en gran medida especulativa estimulada por las recompras de
acciones y la política de dinero fácil seguida por los bancos centrales.
La burbuja bursátil acabará por estallar.
Asistimos igualmente a una fuerte subida del volumen de las deudas de
las grandes empresas privadas (aumento de 7800 millardos de dólares de
las deudas de las empresas privadas no financieras entre 2010 y 2017 en
los Estados Unidos). Se desarrolla una burbuja especulativa en el
mercado de los corporate bonds. Los junk bonds (obligaciones de empresa de alto riesgo) son muy buscadas pues producen un alto rendimiento.
Se añade el relanzamiento de una burbuja del crédito privado al
consumo en el sector del automóvil en los Estados Unidos. El volumen de
las deudas en el mercado del automóvil de ese país supera los 1200
millardos de dólares, un aumento del 70% desde 2010. El número de
impagos ha comenzado a aumentar y ha alcanzado el 7,5% del total. En
consecuencia, los grandes bancos que controlan el 30% de ese mercado
intentan reducir su exposición a una burbuja que corre el riesgo de
estallar[3].
En los Estados Unidos, la deuda estudiantil ha superado los 1350
millardos de dólares en 2017 y el porcentaje de impagos alcanza a más
del 11%[4]. Una burbuja inmobiliaria se ha formado en Canadá[5].
La deuda de las familias en los Estados Unidos ha superado a comienzos
de 2017 el nivel que había alcanzado en 2008 antes de la quiebra de
Lehman Brothers. El volumen total de la deuda de las familias se acerca a
los 13 000 millardos de dólares. Sin embargo, los impagos son
inferiores a lo que eran en 2008-2009.
A escala internacional, aunque el discurso dominante afirme que los
bancos han saneado profundamente sus cuentas y que están preparadas para
afrontar una degradación de la situación, hemos asistido estos últimos
cuatro años a la prosecución de los rescates de bancos privados
importantes, en particular en Europa (Austria, Portugal, Italia,
España…). La solidez de su balance es completamente relativa y sus
fondos propios reales no superan en general el 5% e incluso hay grandes
bancos por debajo de esa ratio. Uno de los problemas más importantes de
los bancos: el aumento de los impagos en su cartera de créditos (lo que
se llama los NPL, los non performing loans). La importancia de
los NPL lastra la situación de la mayor parte de los bancos italianos y
ha provocado la quiebra en España del Banco Popular en mayo de 2017.
Recordemos que antes de las quiebras de numerosos bancos en
2008-2009, el sector mostraba beneficios elevados. Lo mismo ocurre hoy.
La subida del endeudamiento privado en China es también un factor
potencial de crisis. La prensa dominante que atrae la atención de la
opinión pública en esta dirección no se equivoca completamente aunque
está claro que prefiere desviar la atención de los elementos de crisis
que afectan directamente a las economías occidentales.
Del lado de las grandes empresas privadas occidentales, como hemos mostrado en un artículo precedente 6 comentarios
, el recurso al endeudamiento es masivo. Desarrollan a fondo
operaciones estrictamente financieras y especulativas endeudándose.
Por otra parte, a nivel mundial, las empresas del sector de la
siderurgia se ven confrontadas a una sobreproducción. Las grandes
empresas petroleras mundiales muestran una subida de sus beneficios pero
hay que preguntarse si la subida del precio del barril de petróleo a 60
dólares (observada en octubre-noviembre 2017) no está también provocada
en parte por una especulación sobre los stocks y compras futuras. El
sector del automóvil conoce una sobreproducción aunque las ventas han
recuperado un curso ascendente en gran medida favorecido por compras a
crédito.
El coste de la protección contra el riesgo ha alcanzado un nivel históricamente muy bajo
Asistimos por parte de las grandes empresas capitalistas a tal
apetito por correr riesgos que el coste para protegerse contra la
posibilidad de un impago ha alcanzado un nivel extremadamente bajo. Es
contrario al principio de precaución pero es completamente normal en la
lógica capitalista. Dado que numerosos capitalistas (Apple y otros)
buscan comprar títulos financieros de alto riesgo (junk bonds),
las empresas frágiles que los emiten pueden proponer rendimientos más
bajos que si la demanda de sus títulos fuera escasa. Así, los
rendimientos ofrecidos sobre los junk bonds disminuyen, lo que
no quiere decir en absoluto que tengan menos riesgos que antes. El
precio de esos títulos deseados aumenta, el rendimiento ofrecido baja y
el “mercado” considera que el riesgo disminuye, lo que es contrario a la
realidad. En los Estados Unidos, en octubre de 2017, una empresa que
quería protegerse contra un impago debía pagar un seguro (un Credit Default Swap,
CDS) de un montante de 5,44 dólares para cubrir un riesgo de 1000
dólares en títulos financieros de riesgo. En 2008, en el momento de la
crisis, había que pagar 27,80 dólares para cubrir el mismo riesgo.
Esto recuerda las triples A concedidas por las agencias de notación a
los productos estructurados subprimes justo antes de la crisis.
Es también señal muy clara de una voluntad de asumir riesgos a fin de
aumentar los rendimientos a corto plazo. Esta situación de seguridad
aparente puede trastocarse rápidamente como nos enseña la historia del
capitalismo.
Fuente: Diario Público
Fuente: Diario Público
NOTAS
[1] El BCE tenía, en octubre de 2017, 357 millardos de euros de corporate bonds, de los cuales 236 eran covered bonds, es decir, los títulos menos seguros. Fuente consultada el 9 de noviembre de 2017: https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/omt/html/index.en.html#cspp El BCE tiene un tercio del mercado europeo de los covered bonds (ver Financial Times del 27/07/2017)
[2] Fuente consultada el 9 de noviembre de 2017: : https://www.federalreserve.gov/releases/h41/current/h41.pdf
[3] Financial Times, “US consumer debt pile deters big banks from $1.2tn car-loan market”, 30 mayo 2017.
[4] Federal Reserve Bank of New York
[5] Financial Times, “Canada’s housing rally owes a debt to Europe”, 27 julio 2017
[1] El BCE tenía, en octubre de 2017, 357 millardos de euros de corporate bonds, de los cuales 236 eran covered bonds, es decir, los títulos menos seguros. Fuente consultada el 9 de noviembre de 2017: https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/omt/html/index.en.html#cspp El BCE tiene un tercio del mercado europeo de los covered bonds (ver Financial Times del 27/07/2017)
[2] Fuente consultada el 9 de noviembre de 2017: : https://www.federalreserve.gov/releases/h41/current/h41.pdf
[3] Financial Times, “US consumer debt pile deters big banks from $1.2tn car-loan market”, 30 mayo 2017.
[4] Federal Reserve Bank of New York
[5] Financial Times, “Canada’s housing rally owes a debt to Europe”, 27 julio 2017