domingo, 11 de mayo de 2014

Fraudes alimentarios: vender pescado congelado como fresco





Golpe al fraude alimentario

España e Italia destapan una red que vendía pescado congelado como fresco
La colaboración internacional confiscó 1.200 toneladas de comida ilegal en 2013

Parecían calamares, sepias y pulpos recién capturados. Y se exhibían en supermercados italianos con precio de pescado fresco. Pero en realidad habían sido congelados, descongelados y sometidos después a un tratamiento estético. Y habían hecho además un viaje de ida y vuelta entre Italia y España durante el cual se falsificaba su documentación. Dos empresas italianas y una española estaban aliadas en el fraude: una italiana de la región de Romagna vendía a otra de Arezzo (Toscana) el pescado congelado, que a su vez se lo vendía a una tercera ubicada en Barcelona. Cuando la mercancía llegaba a Cataluña, era descongelada y vendida otra vez a Arezzo, pero ya como pescado fresco. De vuelta en Italia, se le aplicaba un producto químico prohibido en la UE llamado Whitech-2, compuesto por ácido cítrico, ácido fosforito y peróxido de hidrógeno, para darle brillo y poder venderlo luego a los supermercados como recién capturado.

La Guardia Civil española y los Carabinieri italianos acaban de desmantelar esta red de fraude alimentario en una operación internacional, denominada Pulpo V, en la que se han confiscado 30 toneladas de pescado y 1.600 kilos de Whitech-2 después de seis meses de seguimiento en ambos países. Eso quiere decir que al menos durante ese tiempo los clientes de los supermercados italianos que vendían ese pescado fueron engañados y, aún peor, compraron un producto peligroso para su salud. No porque contenga Witchech-2 (prohibido por ser una sustancia engañosa, no porque sea perjudicial), sino porque ha escapado a la cadena de controles oficiales de seguridad alimentaria. Una de las cadenas de supermercados que lo distribuyeron en Italia, Esselunga, ha anunciado que se personará como acusación contra la red.

La Operación Pulpo V es el último fruto de la creciente colaboración que existe entre los países de todo el mundo para luchar contra el fraude alimentario, una amenaza que no ha dejado de aumentar en los últimos años por la globalización del mercado alimentario. Cuantos más viajes y cambios de mano haga una mercancía, más fácil es que se produzca un fraude, como demostró el año pasado el escándalo de la carne de caballo vendida como si fuera ternera, que afectó a una veintena de países europeos, entre ellos España. Pero el de la carne de caballo fue solo el caso más sonado de una larga lista menos conocida. “Muchos se sorprenderían si supieran la cantidad de alimentos y bebidas de consumo diario que se están falsificando, y el volumen de los decomisos pone de manifiesto que se trata de un grave problema mundial”, declaró Michael Ellis, jefe de la Unidad contra el Tráfico de Productos Ilícitos y la Falsificación de Europol, al presentar el pasado febrero los resultados de Opson III, la última gran operación internacional: 1.200 toneladas de alimentos ilícitos o que no cumplían las normas mínimas de calidad y casi medio millón de litros de bebidas falsificadas incautados en 33 países.

España fue uno de esos países. Entre esas 1.200 toneladas de alimentos incautados se incluían 4,5 toneladas de caracoles. “Los recolectaba una red criminal organizada en Burriana (Castellón) y los vendía a criaderos de helicicultura y comerciantes minoristas que los mezclaban con los caracoles criados legalmente para darles apariencia legal e introducirlos en el mercado”, explica Manuel Junquera, alférez de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, que centraliza toda la información de las actuaciones del cuerpo. En esa operación, denominada Aspersa, se realizaron 24 detenciones por delitos contra la salud pública, contra los derechos de los trabajadores y pertenencia a organización criminal.

La categoría más importante de los alimentos decomisados en Opson III en todo el mundo es la constituida por los pescados y mariscos, que es la que suele presentar más problemas de conservación y etiquetado incorrecto. Se confiscaron 685 toneladas por uno de estos dos motivos y se decomisaron 484.000 kilos de atún con documentación falsa.

Las operaciones Opson —que en griego significa “comida”—, están coordinadas por Interpol y Europol y empezaron en 2011, aunque en esa primera edición solo participaron 10 países (entre ellos, España) y el volumen de decomisos fue muy pequeño. Pero en 2012 se unieron 30 países y se lograron confiscar 235 toneladas de alimentos y 385.000 litros de bebidas.

La Guardia Civil realizó muchas más operaciones el año pasado que, por su temática, se inscriben dentro de la Operación Opson específicamente española. En total, sumando todas estas intervenciones, en 2013 se confiscaron en España 500 toneladas de alimentos y 400.000 litros de bebidas. “Confiscamos de todo, desde jamones que se hacen pasar por ibéricos cuando no lo son hasta productos almacenados en malas condiciones, aceite de oliva, caviar falso. Actuamos en puertos, aeropuertos, almacenes y comercios minoristas, aunque el objetivo sobre todo es encontrar el origen de las redes y desmantelarlas”, comenta Junquera.

Un fraude muy común, según Junquera, es el de las bebidas alcohólicas falsificadas. “Hay grupos que importan de manera ilegal ron o whisky a granel desde Sudamérica, lo embotellan con etiquetas de marcas conocidas y lo venden sobre todo a bares y discotecas. Es lo que se conoce como alcohol de garrafón”, apunta el alférez.

José Vicente Gómez Mateo, jefe del Área de Calidad Alimentaria de la Comunidad de Madrid, que colabora como asesoría técnica en algunas operaciones, advierte de que donde más fraude se produce es en los productos que pueden dar más beneficios. “Es decir, los que son más caros. El engaño más común es encontrar alimentos etiquetados con calidad superior a la que realmente tienen o con denominaciones de origen falsas”.

Fuente: El País

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