jueves, 29 de abril de 2010

PULSERA POWER BALANCE. EL PRINCIPAL PROBLEMA DE LOS CONSUMIDORES

¿Puede acusarse al Calendario Zaragozano de fraude, por inexacto?. ¿De impostor al mendigo que se disfraza en Navidades de Papá Noel?. ¿Quizá cabría una acción de cesación contra el horóscopo por defraudar masivamente las legítimas expectativas de los lectores?.

A estas preguntas hay que responder antes tomarla con la pulsera “Power Balance”, cuyos beneficios se atribuyen al “Holograma de Mylar”, «en el que se ha almacenado una frecuencia procedente de materiales naturales que interactúan positivamente en el campo de energía del cuerpo» según reza la publicidad de la firma, y que puede sonar a perorata del entrañable Carlos Jesús en sus viajes astrales por los planetas Ganímedes y Raticulín (agítense las palmas de las manos con energía, cierren los ojos y pronuncien con la boca cerrada el telúrico sonido ¡fiuuu, fiuuuu!).

En fin, creo que por mucho que se esfuerce el Instituto Nacional de Consumo en dar la voz de alarma para que las CCAA sancionen (triste papel, por cierto, el de mero vocero ejercido por INC y el del Ministerio del ramo por extensión que, al parecer, no tienen competencias sancionadoras en materia de defensa del consumidor, pese a que la supuesta publicidad engañosa afecta a todo el territorio nacional), esta pulsera posiblemente saldrá incólume de la acusación de publicidad engañosa, toda vez que pensar que el consumidor medianamente informado puede tragarse -de verdad, de verdad; en serio, en serio…- que la pulsera de marras tenga propiedades mágicas para la salud sería tanto como despreciar su inteligencia.

Desgraciadamente, y vistas las noticias parece que el principal problema de los consumidores es esta pulsera cuya comercialización reclama la adopción de urgentes medidas dejando al lado temas como vivienda, telefonía e Internet, Swaps o la seguridad alimentaria, por citar problemas sin duda baladíes en comparación con la grave alarma social que despierta este avalorio y que con tanto salero lucen personajes de “¡Sálvame!”, seguramente para conseguir los ansiados equilibrios y energías que, sin duda, necesitan.

¿O, en realidad, somos tontos y admitimos que nos están engañando?.

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